Eres mi fortaleza, Dios.
Siempre lo has sido.
Toda mi vida he clamado por Ti.
Y siempre has estado a mi lado.
Y... dame una respuesta.
¿Por qué tanto te necesito?
Noto que cada vez más
se acentúan en los días,
las catástrofes y las fatalidades
e indiferencia de nosotros, tus hijos.
¿Comprendes lo que te digo?
¿Tan equivocado estoy?
Dios, amor celestial
de mi existencia.
La vida me está tendiendo trampas.
Paso por ellas, y me atrapan, me absorben.
Y voy cayendo, cayendo,
sin llegar a un final...
¿Por qué esta constante
necesidad de Ti?
Y después llegas... y me rescatas...
¡Alabado eres por mí!
Nada tengo que reprochar.
Todo lo contrario.
Eres Tú el que tiene que hacerlo.
Y no sólo a mí.
Sino a los que te faltamos.
A los que no tenemos en cuenta
tus sagrados Mandamientos.
Esta mi siempre y constante
necesidad de sentirte a mi lado.
No quiero ser egoísta.
No me considero lo sea.
Quiero que al ser la fortaleza
de mi vida, deseo lo seas de todos...
Ciertos personajes, no se
están comportando como corresponde.
Y todos debemos pagar por ellos.
¿Pagar cómo?
¡Deteniendo con buenas actitudes,
que no existan tantas catástrofes
y derrumbes de vidas...
comportándonos como Tú nos enseñas!
Debes tener tus momentos de enojo, Dios.
Se justifican totalmente.
Sólo te pido que me tengas paciencia.
La que siempre me tienes.
Es mi necesidad decírtelo,
una vez más.
A pesar de todo,
me siento fuerte, porque...
TÚ ERES MI FORTALEZA, DIOS.
Hugo Emilio Ocanto
03/04/2016