RECORDANDO
Con el sol colándose entre las hojas
De los parrales de la casa de Caroya,
En aquellas siestas largas, que siempre
Remataban en mate y pastelillos
Allí estábamos, tú y yo, robándonos
A hurtadillas, sin el valor suficiente
Para mantener una mirada,
que parecía de amor
¡Yo tenía catorce y tú dieciséis!
La vieja casona, testigo mudo,
De mujeres desparramando el calor
Con un diario con forma de abanico
Y de chicos correteando por el patio
De perros echados, cansados de nada,
Con su sueño indiferente,
Entre el fresco de las plantas.
Yo, persiguiendo tu disimulada huída,
Vergonzoso de mi insistencia
Después las nochecitas tibias
Con una luna encendida, solo para nosotros
Alumbrando los senderos,
con un fondo de sierras.
Los mayores conversaban, siempre vigilantes
Los niños molestaban, entre que iban y venían
Y nosotros, deseando tomarnos de las manos
Con ese beso que estaba, siempre a flor de piel
Sabiendo que me querías, me lo decían tus ojos
Las chicharras y los grillos, aturdiendo con su coro.
Aquel día recibí, el mejor de los regalos,
Corriste hasta el arroyo y me trajiste una rana
Hice un hueco con mis manos y entonces las apretaste
El corazón se detuvo, con el roce de tu piel
Supe que te amaba, que jamás te olvidaría
Pero el tiempo implacable, avanza sin contemplar,
Terminado el verano, las ciudades esperan
Nunca más pude mirar
Tu linda cara morena,
Solo cuando la nostalgia me lleva,
¡A la casa de Caroya!