Me perdí en el laberinto del pasado. Caminé buscando la salida, mirando al piso. Sin embargo, tropecé con las mismas piedras. Una y otra vez. En una caída, levante la vista. Allí estabas. Acompañando mi recorrido. Esperándome paciente. Sabiendo el camino que la huella de mis escritos iban dejando. No pronunciaste palabra. Sólo me tomaste de la mano y me guiaste. Al cambio. Al presente. Al maravilloso rincón de tu mirada. Al dulce sabor de tus labios. Al recorrido de tu bello cuerpo. No me pediste olvido. Me regalaste futuro.