Caía la tarde cuando te vi
Se ocultaba el sol
Entre los brazos de una nube gris
Un tanto a prisa me fije en ti
Y palideció la tarde y el recuerdo en mí
Fue la alegría de tu mirada
Fue la bondad impregnada,
Lo que abrió el interrogante
¿Quién dibujo su alma encantada?
¿Acaso fue un pintor enamorado?
Pase la página y me encontré en la mañana
Los ojos negros ventanas de su alma
Entonces descubrí Que el pincel usado
Al pitar aquella obra amada
No era pincel de manos humanas
Era Divino lo que contemplaba
Era tinta del corazón lo que emanaba
Descubrí, que no era un pintor, no era un poeta,
No era un arquitecto, ni un compositor
El artista era Jesucristo el escultor
Quien diseño la belleza que en el instante admiraba
Y vi tu mirada como un enigma indescifrable
Que la razón no puede explicar y la sinrazón es poco fiable
Pero los respiros de la vida y el entusiasmo que destila
Es certeza inevitable.