Perdido en los tranvías de tus ojos
que viajan a la estación que no existe
como en un vuelo con alas de mercurio,
como un camino de alambres y cristales.
Me busco en un espejo sin imagen,
me adentro en una rosa sin color
y no entiendo tus palabras moribundas
ni comprendo la locura de mi amor.
Es todo un laberinto alambrado,
una casa con espacios para locos
una cama solitaria donde sueño
que el espejo sin imagen eres tú.
Volveré esta tarde a tu tranvía
a esperar ese viaje hacia tus ojos
aunque sé que son huecos como pozos
y que jamás sabrán mirarme con amor
pero existe un asiento aún vacío
en el centro de tus místicas pupilas
que invitan a sentarse con a los ángeles
que no pueden aún volar hacia tus labios
porque sólo arrastran alas de mercurio
por aceras de adoquines de dolor.