Tu llegaste a mi vida, sin saber que llegaste,
y llegaste en silencio, con la luz del amor,
con tus ojos tan claros mi sendero alumbraste,
que tenía del cielo, su esplendente color.
Al tenerte de cerca, con el alma pensé
que serías la gloria que mi vida soñó,
y besando tu frente, mi pasión floreció
en racimos de fuego que jamás esperé.
Al oír de tus labios tus divinos: te quiero,
incesante el anhelo de mi pecho salía,
levantando mi vista, a los dioses pedía
prolongaran el tiempo con tu amor tan sincero.
Radiante te miraba, tan bella, tan serena,
bebiendo de tus labios los néctares de amor,
y mis venas ardientes, las llenaba el calor
con la flama candente de preciosa sirena.
Y te fuiste de pronto, sin dejarme tu beso,
misteriosa y silente, sin poderte abrazar,
y sentí que tristeza me volvía a llenar,
y perdido quedaba sin tu dulce embeleso.
Te marchas y me dejas, sin poderlo evitar,
y mis ansias te dicen que mi lecho te espera,
mas te alejas airosa, destruyendo quimera,
que en el alma supiste, con engaño sembrar.
Si de pronto un suspiro me pudiera brotar
al mirarte con otro caminar por la vía,
escondere en mi pecho mi doliente agonía
tratando de que nunca, tu me veas llorar!
Autor : Aníbal Rodíguez.