Salía apresurada de su casa, al llegar a la sala lo vio, allí estaba su enemigo de siempre. Lo miró fijamente y le lanzó un objeto que tenía en su mano. Pudo ver como su enemigo caía hecho añicos en el piso. Ya no se vería más en él reflejada.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela