En el gris retablo
de la tarde, llena
de recuerdos tristes
que la brisa lleva,
óyese el murmullo
de la mar que besa
con sus labios blancos
la dormida piedra.
Flota en el ambiente
de fragancias nuevas
una inmensa calma,
lánguida, serena,
donde las gaviotas
bordan su diadema
blanca, inmaculada
cada día nueva.
Las olas besan
mis pies descalzos,
sobre la arena
vienen y van
sembrando el aire
de sal y brea,
de caracolas
el arenal
Como la playa
triste, desierta
quedó mi alma
tras de tu adiós
besando el filo
de tu recuerdo
¡ola sin rumbo
de nuestro amor!
En el negro manto
de la noche negra
óyense las olas
azotar la piedra,
óyese el zumbido
del rigor del viento
que desgarra el aire
como en un lamento.
Todo queda frío
...todo queda muerto
y en el horizonte
quédase el reflejo
fantasmal y horrible,
plateado y yerto
de una luz herida
por tu adiós eterno.