Tristeza por caminar bajo un cielo gris;
por refugios olvidados en páramos solitarios
donde la esperanza es asesinada en sus reflejos
hiriendo el alma, despojándola de anhelos.
Tristeza por los pies fríos y sin calzado
aguardando el tiempo de lograr abrigo
rodando como mendigos de una vida sin derechos
que se disuelven eternamente en las pupilas.
Tristeza por presenciar la muerte
de tantos inocentes en cada esquina.
De ese corazón desdichado que es rehén
de un mundo condenado por avaro.
Tristeza de pensar que solo existe
una inmensa encrucijada
que marca una realidad desolada
y solo es un reflejo aproximado.
Tristeza por este vacío en las almas,
porque no hay ninguna esperanza
Solo dudas encerrando las verdades
de brazos caídos dentro de sepulcros.
Tristeza bajo los endebles andamiajes
de ojos gastados, infectados de lágrimas
que piden a la vida entre párpados espesos
una despedida que perdone la muerte.