Era de día en el bosque,
de acacia, roble y cedro,
cuando me cantó una dríade,
fue canción su silencio
O quizás fuera llanto,
moteado en notas de verso,
entonado en ruego solicito,
en un hermoso dialecto
\"Quédate aquí conmigo,
en este remoto calvero\"
y se unieron nuestros cuerpos
en un amor verdadero
Fue un diapasón melódico
fue un vetado lamento,
las lagrimas brotaron
mi alma se rasgó de lleno
Y devino mi sangre en savia,
en ungüento de frío invierno
ramas en brazos y manos,
que en hojas se convirtieron
Y desde aquel día fui árbol
en el bosque encontré mi lecho
por el canto de la dríade
por su llanto, amor y celo