Escribo tal vez por ser adicto
a esas palabras
que inquietas se pasean,
colmando los lugares
por donde van errando
los trajines de todos mis quehaceres.
Escribo desde el iris de tus ojos,
hasta el desgano
habitual de hacer la cena,
desde la roja sed que hay en tu boca
hasta la lágrima escondida en una rosa.
Escribo subido a una quimera
o mirando por detrás de los espejos,
envuelto en las tinieblas de memorias
o rescatando rostros del olvido.
Escribo desde aquella torcaza
vestida de cenizas
hasta los soles que pliega el cortinado,
desde un violín con rumores de Danubio
hasta el tango que silba el remisero.
Escribo en el nocturno silente y somnoliento,
en el amarillo y mágico universo
de un manchón que me muestra el cielorraso,
y en el cirio de ternura que se enciende en tu sonrisa.
La noche se ha vuelto un remolino de silencios
y yo me reservo los vocablos más prolijos
para hacerte una poesía entre mis sueños.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.