UNA MAÑANA CUALQUIERA
AL PASAR POR TU VENTANA
VI TU NEGRA CABELLERA
Y QUISE ESCONDER MIS CANAS.
.
Queriéndote enamorar
de manera inteligente
me confundí con la gente
que andaba por el lugar
y me pude camuflar
sin que apenas lo supieras
anclé mi vista ligera
y pude ver tu figura
como una flor en la albura
una mañana cualquiera
.
Estabas entredormida
despeinada todavía
y pude ver la alegría
de tu cara sonreída,
de coloretes teñida
como sol de la mañana
que de mirarme se ufana
con miraditas furtivas
con esa que me cautivas
al pasar por tu ventana
.
Yo contento y picarón
con entusiasmo de niño
te ofrecí un rápido guiño
muy digno de la ocasión,
y mi pobre corazón
se agitó de tal manera
cuando de forma certera
me diste entonces la espalda
y brillantita y bien larga
vi tu negra cabellera.
.
Al ver la larga melena
que en la espalda te caía
he sentido vida mía
una inusitada pena
porque mi cabeza plena
es algodón lo que emana,
por eso aquella mañana
como todo un caballero
me coloqué mi sombrero
y quise esconder mis canas.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela