De apneas se llenan las noches tardías, y el vendaval de costumbres se abalanza sobre el muro de mi impenetrable pensar, cabalgando los sueños toman rumbo directo, con arsenales de recuerdos, embistiendo sin piedad.
Ruiseñores entonan melodiosos, como si el día fuese el primero y no existiera uno mas, el único y el ultimo, el primero y el final...
Contienda inerte de movimientos subliminales, concordia entre sentires, guerra absoluta dentro, que no se puede vislumbrar...
Los caminos ocasionales forjan balanzas constantes, son ecos de historias, pasos dados sin dar...
Un tenue abrazo a la luz de un fogón, una caricia perpetua, que incrusta su venida...
Del alma directo, un destello tenue que se convierte en fulgor, un silencio que abruma en el albedrío de dios...
Dos dedos enlazados, en el estómago un remolino, en los ojos un anhelo, y amor en el corazón...