Tanto la cópula como los espejos, son abominables. Y es que cada uno posee la capacidad de multiplicar al hombre...
Oprobio de ser
Y es que fue Dios, quien me pensó
Tan despreciable y hermoso a la vez.
De huesos y carne fui creado,
Cual autómata pueril.
Apelare a toda mi hermosura
Colmo así también a mi condición,
Sucumbire a los deseos de la carne
Y a tus huesos me unire.
Para de ese modo y sin temor alguno,
Sea Dios mismo, quien vuelva a nacer.