Disparos en la sien
Vino y se marchó, como una bala
que abre nuestra piel, mas no se queda,
que desgarra el velo de esa seda
y en rojo lo tiñe, cual bengala.
Vino y se olvidó, ya rota el ala,
de este cuerpo gris que aún me enreda,
ello tras la herida en que la rueda
de su proyectil cruzó la sala.
Luego pues vivir se hizo a la mala,
fue ya un resistir sin más moneda
que aplaque el dolor que nos regala.
Vino y disparó, fue en la vereda,
queda un rastro allí que me señala,
rojo y baladí, que amor no queda.
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08 04 16