1.-
Mis palabras huyen con sus alas
de llovizna
hacia la helada ausencia ya sin eco.
Recogen el latido de las flores silvestres
y enarbolan la bandera de un poema.
Mientras se rompe la copa
en mil pedazos
la tarde muere con color de angustia.
Otro vino será
el que no beba
después de mis palabras muertas.
2.-
He escuchado tus pasos
de almohadilla en el desparpajo
del hastío. Acercan la sonrisa,
la misma que da luz al aire de neblina,
la misma que enciende las pupilas de la noche.
Entonces me adormezco en el cansado
ocaso de mis canas
y crecen antorchas de estrellas y de luna
al compás de tu andar de paloma transparente.
Caigo rendido ante los puentes
que construyen tus caricias
y me abandono al sueño azul
de tus labios. Bebo de ellos
el tibio elixir de tus deseos.
Embriagada, la noche reposa en su mutismo.
3.-
Tu boca espera que amanezca
y se vistan de rocío flores nuevas
con olor de sol y sombras largas.
Nace sedienta
con el alba que bautiza un trino,
desde mi nuca viene y se aposenta
en mis labios.
Dulcemente en mi labios (y en mi ensueño)
en un adiós de suspiros y espejismos.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.