(Tandil, 06 de julio de 2015)
En el bosque se encierran los misterios,
la música agridulce,
los trinos apagados,
las brisas en descanso;
en las calles se esconden
los paseantes
con risas estentóreas
desde la niebla que disfraza
sus figuras.
Y mis versos, anodinos,
comienzan a ser materia desgastada,
roca horadada por el viento,
tiempo que va consumiendo
el mismo tiempo.
Solo en el rincón de mis recuerdos,
trataré de escribirle palabras
a la nada,
que vayan una a una repoblando
mis ciudades desiertas,
mi lenguaje.
Voy a zurcir rasgaduras
de los ajados días,
amigarme nuevamente con la pluma
para saciar esta sed de la escritura,
sonreírle al azul que acaricia la mañana,
al armonioso vuelo de las aves,
a la ilusión imprecisa y deshojada.
Voy a ofrendarle mis poemas a la luna
en sus pálidos destellos de horas calladas,
cerraré el ventanal del horizonte,
para no imaginarte,
para no sentir que caminas por las brumas.
Voy a platicar seriamente con mi almohada
y a convocarte en un ruego silencioso
a que vengas a pasearte
por mis sueños.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
(Fotografía de Silvia Calderón)