Sus dedos
se deslizan.
Indagan.
Oscilan.
Tocan.
impecable
su insomnio.
Se incrustan
en la
encordadura.
La tiñen
con oro
líquido
que abunda
al amanecer
en los aeropuertos.
Carreteras.
En los códigos
del agua.
Las evoluciones
de las nubes.
La cuarta
semana
de agosto.
Antes
de nacer
la música
lo encuentra,
lo elige
de raíz.
Ofrece
su cielo,
su estruendo.
Exíge
del discípulo
su locura.
La determinación
con que
se regalan
los amantes
Su regazo.
La diaria
resurrección
del goce.
La buena
posiciòn
del instrumento.
El ritmo
y rigor
de sus instantes
precisos.