Elena Mateos

Sentir.

Dejar de sentir, eso necesito. Dejar de tener esta sensación de soledad.
Dejar de sentir que me ahogo hundiéndome en un profundo océano de amargura, con plomos en los pies que me arrastran hasta el fondo.
Dejar de sentir temor a lo que sucederá, temor a lo que quiera que se avecina, a esa tormenta que avanza imparable a descargarse sobre mí.
Dejar de sentir que caigo al vacío, como en uno de esos sueños que te despiertan sobresaltada en mitad de la negra noche.
Dejar de sentir peso sobre mis hombros, ese que me obliga a caer al suelo impidiendo que me levante.
Dejar de sentir que mis ojos se empañan y hacen brotar pequeñas gotas de lluvia, desesperadas por limpiar impurezas interiores a su paso.
Dejar de sentir todo esto o quizás lo contrario.
Sentir.
Sentir que alguien me arropa cual abrigo en los más gélidos días del invierno.
Sentir que el suelo mullido me otorga la oportunidad de levantarme cuando caiga, evitando que rompa en pedazos.
Sentir que alguien seca el agua desbordante de mis ojos antes siquiera de que nazca de estos.
Sentir que puedo apoyarme en alguien para avanzar firme y me oriente como una brújula en la dirección correcta.
Sentir que me liberan de la pesada carga que arrastran mis pies pudiendo por fin salir a flote.
Sentir que siempre habrá alguien que me cobije cual árbol robusto bajo su sombra en días cálidos.
Sentir que no estoy sola. Simplemente necesito eso.
Sentir.

 

\"Mis reflexiones de sofá\"