Hoy celebro mis contentos
ochenta aniversarios.
Mi suerte fue que a diario,
siempre supe que en la vida,
me dieron la bienvenida
unos padres tan extraordinarios;
que no me importó, por ellos,
trabajar a mis doce años.
Y en la temprana campiña,
alzando al alba mi azada,
a mí me llego tu mirada,
tu sencillo más profundo,
y fui el más feliz del mundo
contemplando tu alborada;
que aun te siento, mi niña,
conquistando mis madrugadas.
Colmado de felicidad,
viendo mi sueño cumplido,
llegó a nuestro nido
mi gorrioncito, mi princesa,
y el más feliz del planeta,
de nuevo yo fui bendecido.
Comprendan que con mi edad,
hoy me sienta un elegido.
Y cuando pensé que ya en mí,
la suerte acabó su empresa,
me trajo mi princesa
el regalo de un Antoñito,
y fui entonces el abuelito
con más fortuna, con más riqueza.
Entiendan que alegre y feliz
hoy contento espere… mi última sorpresa.