Donde termina tu espalda
comienzan mis tentaciones;
suave valle de pasiones;
dulce promesa del alba.
Clandestina y a mansalva,
me reclamas como dueño,
y pones todo tu empeño
en provocar ilusiones,
a las vanas pretensiones
con las que acaba mi sueño.
Carlos Oyague Pásara.