Raiza N. Jiménez E.

Verano de Nieve.-

 

El frío de la madrugada hiela mis cansados huesos

Aspiro a un sol cálido que está por llegar y oigo sus pasos.

Son mis delirantes deseos que se proyectan en mi mente fría

Sobre mi humanidad se yergue impávida la vida que elegí

Más bien debería sincerarme y decir: la vida que me eligió.

Todo lo miro blanco e imagino que es la nieve que llega de frente.

 

¡Cuando todo es frío en el alma se hace inmutable el cuerpo!

 

 

Mis noches se ven frenadas por un viento juguetón que me engaña.

Sobre sus alas doradas mis sueños se van a hacer una ronda.

Nada detiene a esta alma cuando ha de buscar el calor reconfortante.

Ella reconoce las inmensidades azules de ese cielo que  cubre, al amor.

En el jardín de los sueños las rosas muestran sus brillantes en rocíos

El tiempo es de abrigo y todo se conmueve buscando el calor del cariño.

 

¡Con los brazos abiertos espero que los brazos ajenos abracen los propios!

 

 

Nada más helado que el corazón del tirano que abandona su nido

Los amantes que saben el valor del calor humano se hacen dioses

Son fulgurantes las emociones que brotan de los esperanzados.

Todos los ángeles vivientes miran al amor con la costumbre de abrigo.

Con nostalgia no se nace, dicen la Hadas que todo lo del amor conocen.

Quien ha visto el frío sepulcral del abandono, dirá:  nació la nostalgia.

 

¡La Alegría es para vivir en el paraíso y el dolor para soñarlo!

 

De tanto soñar los sueños se me ha tornado gris el  alma, dormida está.

Nada se puede pensar cuando te ocupa la inercia de un helado verano.

Todo se  enrarece cuando se escapa la cordura y el espíritu se esconde

La vergüenza del desamor obliga al repliegue de la fiesta y hay dolor.

Las almas sintientes nacen en soledad, vienen de la blancura y oscurecen.

 

¡Si no se es capaz de delirar en paroxismo, no ha nacido la ilusión!

 

Alguien ha gritado que sólo en la adolescencia es posible amar

Lloro en mi regazo y no acepto tal desvarío hecho decreto.

No declino en mí y en los amantes del amor las delicias del dar y recibir.

Aspiro y no me alejo del frescor de las  gélidas brisas, procuro amar.

Canto, recito, grito, quiebro el silencio y vibro en la tierra, para entibiar

Mi alma  no se resigna a la dura y helada escapada del sentir.

 

¡El verano frío existirá, si te evades de tu centro, para morir en vida!

 

Raiza N. Jiménez/ 12/04/2016