Te ofrecí el azul del pasado,
un vals encaminado,
y resulto ser que te pusiste cómoda,
aun para los párpados, a quienes les cayo la noche.
Me ofrecí como me nacía suceder,
sin mucho esfuerzo,
y para ti, sin ningún transeúnte por mis labios.
Te ofrecí al primer paso la luna,
aun cuando no tenia sonido humano,
aun cuando no estaba completa,
y en un segundo parecía que ambos,
estábamos ahí sentados, y ni siquiera el cuarto había oscurecido.
Humberto Velásquez Jiménez
12/Abril/2016
4:37 p.m.