Surjo a la vida
en una canastilla
de juncos místicos.
Descubro un mundo
de camiones con tropas
tan faraónicas…
que escurren copas
prístinas multiformes
de sangre ajena
y dejan rastros
de guerras no tan santas,
troncos sangrantes,
portones rotos
y cuerpos mutilados
en las aceras.
Iré eludiendo
los saltos de la vida
¡tan lapidarios!
Pero eso sí:
no esconderé mi barca
del aguacero
que nos salpica
con la sangre firme
de un inocente;
que nos convoca
a una reunión solemne
de las sentencias
junto a los sauces,
estos sauces llorones
aún no en flor.
Será así
como al final enerve
mi leal vida
no para hüir
más bien reconciliarme
con nuestro cielo.