El contacto de nuestras pieles desnudas es la sensación más apasionante con la que conviven mis días. La impaciencia de mis manos cuando no la sienten es intensa e incontrolable.
Mis oídos se deleitan escuchando tus gemidos.
Lo único que temo de toda esta situación es que mi cama también seda y se rinda a tu mirada.
¡Como adoro estos días!, que dichosa me has vuelto la vida.