GRITOS AL VIENTO
Le conté al viento, eterno mensajero,
Mi angustia, mi dolor, mis sufrimientos,
Por ver si, en su continuo movimiento
Entre montes, cañadas y senderos,
Encontraba respuesta a mi tormento.
Le hablé de mis temores infundados,
De sueños y de amores renuentes,
Del temor a las verdades reticentes,
De fantasmas de nuevo retornados,
De muchas otras cosas trascendentes.
Y él, en silencio, se marchó a otros lares,
Al norte, donde el viento sur se enfría,
Y me dejó esperando que algún día,
Volviera con respuesta a mis pesares,
Me devolviera un poco de alegría.
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Hoy, por fin, regresó el viento norteño,
Con finas gotas de lluvia, lloroso,
Y, nuevamente, lo hizo silencioso.
Venía serio, con fruncido ceño,
Con un mensaje triste, doloroso.
Me contó de dolores y lamentos,
De personas de silenciosos gritos
Tratadas con maldad, como proscritos,
De los niños enfermos, sin sustento,
De hacinamiento, suciedad, mosquitos.
De niños y de sus desapariciones
Dios sabe con que turbios objetivos,
De los ataques de bandas de nativos,
De gases, de tanquetas, de camiones,
De cargas policiales sin motivos.
De gentes que, escapando de la guerra,
Acaban ahogados en las playas
O acuchillados por afiladas vallas,
Lejos de su gente, de su tierra,
Mientras la sociedad cobarde calla.
Y me sentí rüín y muy egoísta,
Por pensar tan sólo en mis problemas,
Sin ver las situaciones tan extremas
Que, a diario, se nos muestran a la vista,
Por no reaccionar contra el sistema.
Y el viento, atendiendo mi demanda,
Escuchó mi mensaje de empatía,
De esperanza, de denuncia día a día,
Para que lo difunda, que lo expanda
Allí donde aún quede bienhomía.
Abril de 2016
Jose Cruz Sainz Alvarez