Vientos de cambio llegan.
Se esparcen, se sienten,
se cuelan entre mi agenda.
Vientos, de esos que alborotan,
de esos que sacuden
y dejan huella.
Me voy sin saber a donde
y sin preguntarme
si dejará secuelas.
Dejo la ciudad, el barrio, las costumbres,
y lo bello de saber de memoria
el recorrido a tu encuentro.
Vientos de cambio que sacuden
pero que susurran:
“No temas”.
Dejo la ciudad, el barrio
y mi esquina de siempre.
Dejo mucho y me llevo poco.
Me niego a ver que ni tú ni yo
estaremos mañana para un paseo,
una charla, un abrazo.
Juego a no darme cuenta.
Me voy, me voy, me voy
y ya no nos veremos.