Dentro de este ataúd negro y sombrío,
Con los brazos cruzados sobre el pecho,
En espera que me lleven a mi lecho
Bajo el terreno rocoso, árido y frío.
Observo a mis amigos y parientes
Haciendo, algunos, gestos de dolor y pena,
En cambio veo a otros pasar con actitud serena.
Y a otros más los veo pasar indiferentes.
Desfilan, uno a uno ante mi cuerpo rígido y vacío,
Esparciendo, sobre mi, su bondad o su veneno,
Una maldición o una oración, con la mirada al cielo.
Y al verlos, (en espíritu) me complazco y me río.
Y ante tanto acto teatral me horrorizo y pienso,
Como existe en el mundo tanta hipocresía,
Mientras viví, jamás cuenta me di… quien lo diría,
Como pude en vida ser tan ignorante y menso.
Aquel que dijo amarme, resulta que me odia.
Y quien creí que me odiaba… demuestra lo contrario.
Me asombra como puede montar esta parodia
La humanidad que marcha por la vida enmascarada.
Solo al morir y ver las cosas como son, nos damos cuenta
De la verdad que cada uno de nosotros muestra,
Al convivir con los demás, en forma descarada.