Las olas de sal marina
mecen la dura calcita,
mas uniendose con el marfil
de su piel blanquecina.
Con el fuego sedoso así
limitando verdad y mentira.
Mantón carmesí de primavera
cubriendo la divina trinidad,
mientras un viento fuerte arrécia
flor de loto se posa en el mar.
Rejas de puro azabache
que los zafiros güardan,
labios rosados de broche
que me alumbran la noche
mientras penas se me olvidan.