Estamos en invierno, la lluvia es inclemente,
y siento que en el alma también está lloviendo,
mirando que mis ojos se empañan de repente
con las nubes tan grises que los vienen cubriendo.
Te imagino sentada, con tus hijos jugando,
con frazadas de lana, que los cubren del frío,
y miro tu sonrisa, que así... de vez en cuando,
se le pierde su rayo por enorme vacío.
Y me quedo pensando si estarás padeciendo,
lo mismo que padezco, con este amor secreto,
y también te imagino, con el alma sintiendo
que suspira tu pecho, con angustia repleto.
Mi nostalgia aparenta que percibe el latido
que tus sueños conservan, por tenerme a tu lado,
y me digo soñando, de esperanza prendido,
que nuestro amor gigante nunca será amputado.
Y cuando llega el día, con rayo luminoso,
y la lluvia tan fuerte se convierte en neblina,
mi espíritu renace con halo tan hermoso,
pensando que por siempre tendré tu luz divina.
Autor: Aníbal Rodríguez