Y ahí estaba él, a centímetros de mi boca, rozando levemente mis labios, haciendo que mi respiración se acelere y que cada poro de mi cuerpo se erice, al sentir cómo su respiración al igual que la mía se agitaba, cierro los ojos y siento cómo sus labios delicadamente tocan los míos abriéndose lentamente y yo respondiendo a ese movimiento, perdiéndonos en un beso, nuestro segundo primer beso