Se abraza al final del día
una caracola en el giro del torno.
El mar de sus risas, mis rejas
no puedo fugarme con sed.
Recibo el roció como aquella vez
aún escucho el cascabel de sus pies.
Una niña nos guía intrínsecamente
desde la pecosa luna.
Un cielo por amanecer
El Paraná por atravesar.