Te fuiste de la misma manera como llegaste a mi vida... en silencio, en calma y sin avisar. Me dijiste adiós cuando mi alma aún no estaba saciada de ti, te bebí tanto pero a la vez tan poco que mi cuerpo aún tiene sed; ¿para qué me dejaste probar el dulce antídoto de tus labios si al poco tiempo los convertirías en mi peor veneno? Te marchaste, te alejaste, y no volviste… nos alejamos tanto que no necesitamos de un adiós intenso y contundente para saber que se había acabado. ¿Realmente se terminó? No sé en qué momento mi corazón se alió con los segundos, pero a cada minuto que ha pasado desde tu despedida le corresponden exactamente 60 recuerdos de tu presencia ¿y así dices que te fuiste? Para mi estar no basta para ser, para ti ser no basta para estar ¿seremos un mismo camino en diferentes dimensiones? ¿o siquiera seremos… o somos… o fuimos? Fuimos el acople perfecto de todas las artes, nuestras realidades se tomaron de la mano para pasar por la música, la literatura, la pintura y hasta el kamasutra en tan solo minutos… ¡sí que fueron encuentros explosivos! Y a mayor fuerza de la explosión, mayor es la intensidad del cráter que produce… pero… “¿Quién puede resistirse a un alma que va de fiesta por la vida?”. Te fuiste de la misma manera como llegaste, generando catástrofes emocionales.