Duele el no tenerte aquí,
con este frío que quema,
y esa fogata que ruge,
duele la ausencia de tus besos
que alimentaban mi boca,
tu rubio cabello que insinuaba tantas cosas,
y esa voz que callaba las paredes
y me hacia viajar,
duele la ausencia de tu cuerpo,
tan húmedo,
y que no temía entregarse
al juego del amor,
y encendía ese fuego verde,
pero más me duele,
el frescor de tu alma,
que me atenuaba este frío,
que me quema tanto.