No hay nadie detras de las paredes
de esta habitación presidio.
Sólo estoy yo con las arañas,
el polvo y el silencio sin latidos.
Oscuro y profundo agujero
cavado por mis ángeles caídos,
redondo como un ojo o un cero
donde mora la tristeza del vacío.
No estoy para nadie o para nada,
ausente de ese mundo nunca mío,
encerrado en la noche sin estrellas
y penando bajo sombras del olvido.
Entre espectros y tinieblas impasible
ya no busco ni la meta o el camino.
Hace tiempo que mi voz se apagó
como llama en el mar enfurecido.
Quién me busque tan sólo hallará
estas huellas que dejó tu suicidio.