Antes de que salga el sol
y comiencen a agostarse
los caminos embarrados
de la periferia.
Antes de que caliente
las techumbres de uralita gastada
que cubren las chabolas
de mi vergüenza.
Antes de que ilumine
los callejones malolientes,
los patios interiores mugrientos
de los arrabales,
las cajas de cartón
reconvertidas en nichos
donde descansan su alma
seres invisibles.
Antes de que brillen
el filo de la navaja,
el vil metal que recubre
las balas,
los dientes de oro
del cacique que sonríe
tras el mordisco
de su látigo insaciable.
Antes de que salga el sol de nuevo
borraré de un zarpazo
esta miseria que crearon
mis temblorosas manos