El fuego ya no me quema.
Me quema no oír el silencio,
me quema sonreír porque sí,
me quema no sentir alma a mi alrededor.
Me quema no estar a tu lado.
Y ardo...
Ardo en los gritos,
en las falsas risas,
en las injusticias,
en la indiferencia,
en la distancia...
Ardo tanto que,
el fuego,
ya no puede quemarme