Yo soy bueno, Padre,
aunque haya tirado piedras
a mis amigos y hermanos,
aunque levantase alguna falda
Con permiso de mis manos,
aunque abriese la jaula
y estrangulado al canario.
Yo soy bueno como esos
que van a misa a diario,
lo único que me diferencia
es que en vez de rezarte, te hablo.
Te hablo sin mirar al cielo
porque allí sólo hay nubes y pajaros,
te hablo de cuando la vida
me halla tomando un mal trago.
La cruz en la cual padeciste
golpe de lanza y de clavo,
la llevo ahora en mis cuestas
mientras camino sangrando.
Porque sabes mi buen Padre,
yo también me siento humano
aunque a veces me olvide
de no apedrear a mi hermano.
Te ruego que me perdones
Por ser un cobarde o gusano,
que mienta, que robe o que mate
tras escuchar al diablo,
y si al infierno me envías
sé que lo tengo ganado
pero sólo te pido una cosa:
que me escuches algún rato.