Te fuístes
y me dejástes
una rabia extraña en el alma.
Siempre tu idea premeditada...
no esperástes a nadie,
agarrástes lo profundo de tu mirada
tu terrible lengua airada,
los recuerdos imborrables,
y te fuístes...
Debo reconocer,
que pocas veces me hablaron
con una convicción tan siniestra.
Me dijístes:
\"Yo a ti´te quiero señor...
Y por primera vez
decidí sonreír en vez de hablar.
Creo que nos presentíamos,
Yo me veía en ti con todos tus años
y sabía hacía donde ibas...
Tu te viste en mí a mis años
y supiste de donde venías,
se que nos confesamos
a las puertas del infierno...
y en medio de vino blanco
fuimos almas gemelas
entre tanto y tanto milagro.
Me conjuraste.
Me trajiste a la luz.
Me leíste los ojos,
con la avidéz
de una desquiciada suicida
y confirmaste mi fe
en la brutal poesía...
Nos dijimos cosas ...
cosas que atésoro
y que guardo
con obsesiva manía.
Sé que me esperas
para cenar y reírnos de la vida.
Hicimos temblar la tierra,
con tu risa y la mía,
nuestras voces profundas se tocan,
en otro espacio
de rebelde armonía.
Vanidoso y huraño.
Nuestro secreto,
vive aún en mi alma.
Plantaré una Corona del Inca
al lado de tu jazmín del Cabo
y repetiré tus palabras
como mandamiento sagrado:
!Ten cuidado amigo!
Los poetas siempre se quedan \"ovidádos\"
Te iré a ver amiga...
al pequeño tugurio
de los poetas extraños
P.M Pedro Monroy Gemio