Tiemblas y te tumbas en la cama,
cobijada por unos brazos ajenos
ante un despojo de miedos, y hay
certezas personales que apaciguan
la lenta tortura, son regazo de
esperanza e inquebrantables luchas
entre mis demonios internos y la
mezcla de los nuestros.
Proyectada fuera de la especulación,
nos ofrezco un día con sus lunas
restantes, tumultos de sabores entre
el vientre y los fluidos, el sonido a
caricias que irrumpen las dudas,
cuando éstas meceren ser
desandadas.
No hay más que tragarse enteros,
suculentos y extasiados festines sin
presagios, mientras las sábanas
cubren apenas ambas murallas y
nuestras rosas.