I.
Andaba yo sin esperar ver a nadie una mañana de primavera, cuando saltó una amiga como una alegre gacela para saludarme. Tras darme dos besos, como es mujer, no pudo evitar no contarme lo último que le acontecía en su vida. Y empezando a llorar me comentó que había vuelto al final, vencida y resignada, al mundo del trabajo, después de haber estado parada o ausente largos años.
Si hacía cuatro años que no trabajaba, Ángel mío sin alas ni alma, escucha esto a ti que te gusta reír, tanto como a mí sufrir. Habiendo sido mi último empleo en una azulejara donde ganaba 1.200 euros, ahora trabajo sirviendo en un hogar cristiano por 200 euros, y no cotizo. Me desespero y no es por amor.
¿Cómo lo ves?
Ágil en la contestación, le respondí evidentemente sin parar de reír, por saber lo que es sufrir.
Cuanto me alegro por ti María José-
Me has recordado el caso de una conocida, escucha amiga, versa sobre una chica feliz llamada Pilar, que de la fábrica de zapatos donde estaba , le han pasado el trabajo a casa, la fábrica de zapatos le lleva faena todo el mes, cotizando dos horas y trabajando 10. El suelo, un barrido, rozando los trescientos euros mes.
Y lo mejor es esto, María José, es que ella siempre me dice :
¡Qué le vamos a hacer
Eso es Pilar- le digo Yo.
¡Qué le vamos a hacer!
Camufladas como tigres, de blanca chapa y zapatos en la panza, se pasean las furgonetas de las fabricas repartiendo zapatos hasta su casa, sin que su codicia sea delito en vall d´uixó, al revés a varias de estas fabricas han sido premiadas al emprendedor.
El ayuntamiento y los sindicatos lo saben
¿pero que hacen?
Jaaaaaaaaa
pardiez callan,
dicen que es mejor que trabajen.
¿Cómo lo ves María José?
Y ahora te recitaré un poema,
ven María José junto a tu Cupido sin alas para que te de un gran consuelo.
II.
Todo regreso,
tiene una forma de progreso,
por eso volver para servir,
es una forma feliz de volver.
Dar las gracias,
No,
en esta ocasión,
no las merece
con el trabajo que se presta,
sin laureles en la frente se agradece.
Así el obrero,
entra como en un convento,
Bien contento del castigo que merece.
Por su gran pecado,
Un salario,
y todo queda perdonado.
El salario bajo, claro,
que ser de clase obrera,
tampoco es tan gran pecado.
Cuanto más bajo el suelo mejor,
más contento así está el trabajador.
Por eso el desempleado,
se cuenta entre los obreros
como el hijo prodigo,
rezando aquella oración de:
Que hermoso es volver.
Quien tenga Fe,
Vera en todo esto un milagro,
Lo así cuenta el ABC.
Yo personalmente,
Estoy a favor,
Más palos le daría yo al trabajador.
Mucho me río,
Cuando escucho una moza decir:
Estoy volviendo a servir.
Muchos eran los dirigidos
Que un día en una manifestación vi.
Era el coro de la internacional de la tuna,
todos cantando de rodillas
Este salmo a su patrón:
Ojala supiera señor,
lo agradecido que le estoy.
Y es que hay que reconocer,
que no hay como volver
aunque sea para servir,
como dicen por aquí,
menos da una piedra
que mi señor el patrón.
Angelillo de Uixó.