El cielo toma la tierra,
se posa y se presente a sí mismo,
el viento es un demente
en los lagos expone bailes,
como si ordenara las piezas de un rompecabezas,
de allí, o de alguna forma nacen flores
en fuertes y castillos,
parecen ofrendas en las manos del bosque;
y en el corazón de los olvidados
las estrellas alumbran caminos
a través de los espíritus que aguardan
en la soledad.
Oh! El corazón de un olvidado es una estrella,
tan lejana y lúgubre entre nubes oscuras,
simple, pura en el vacío,
buscada en el aroma taciturno de las almohadas,
en ella ha de concederse todo
hasta la luz de los ciegos
que buscan en el rostro de la noche
las páginas del alma…
Oh! Ella prometió en el vacío
bajo las luces apagadas
el amor de un abismo;
en el luto de la noche
prometió la lluvia sobre los árboles muertos
y besos en los caminos tristes,
las hojas desamparadas,
sin rumbo se entregan al destino
que les aguarda el otoño…
La pena de los corazones vuela,
buscando un sitio en la soledad,
sobre las máscaras que nadie atraviesa
y golpean al cielo con una linterna,
así han de nacer los luceros
sueños que buscan un dueño perdido;
ella prometió bajo los luceros
no intentar caminar descalzos
ni mirar al sol con detalle,
entonces la pena no perdona
a quienes pertenecen a la nada…
El tiempo a veces es un viaje largo
en el infinito,
es una víbora enorme que estrangula
la piedad,
y en el horizonte el cielo y la tierra pelean
en la oscuridad,
parece la boca de un lobo
electrocutando con sus colmillos
y hay un vigilante en una torre
alertando al ejercito del alma,
Oh! Resguardando los caminos y los fuertes,
de fieras que devoran al corazón…
ella resolvió las cosas
como un titiritero talentoso,
juró convertirse en las nubes de las estrellas
y en la oscuridad de una flor…