Espero tranquilamente,
a los problemas que vengan,
para resolverlos pacíficamente,
sin esperar a que amainen.
Analizo fríamente,
cuando un amigo me falla,
o me decepciona profundamente,
mi respuesta puede demorarse,
incluso hasta el fin de mi memoria.
Pierdo suavemente,
en aquellos asuntos no vitales,
que para mí ni existen realmente,
para focalizarnos en problemas existenciales.
Intento vivir tranquilamente,
porque el exceso y las prisas son malas,
respirar y pensar calmadamente,
para no sufrir en exceso por tonterías.
Nado continuamente,
para relativizar y ponderar,
para recuperar fuerzas,
denodadamente y para disfrutar libertad.