En el yermo espejo de tu ausencia,
todo se torna vano y sin sentido.
Navego por ríos de locura
y todos los lugares son iguales,
como las hojas muertas del otoño.
Tu mirada es flor de jade que retoña
en cada sueño y renace con el alba.
En el arco iris de tu cabeza
quiere mi alma esconderse…
para huir vanamente de tu ausencia.
Siento que me esperas en cada melodía,
en cada recuerdo blanco de la infancia,
en cada vislumbre anémico del devenir.
Te busco en la aurora, los libros, la filosofía,
en el irrevocable curso de las horas.
Tu rostro es una forma vaga y luminosa
del tiempo que declina indecisas resonancias
de una ternura infinita y magnánima.
Quisiera verte como Dios te ve.
Pero sólo puedo verte como sombra desterrada…
Busco tu nombre de princesa encantada
en el beso de la lluvia, en la luna,
en las espículas azules del sol,
en cada estrella abismal de la noche…
pero solo encuentro tu ausencia.