¡Vieja casa! Tus paredes rajadas
aún se mantienen de pie, porque el pasado te concede un poco de decencia. Perdiste tu intimidad, el sol te escudriña las entrañas; por el techo arrancado, los aguaceros lavan los pecados escondidos, en tus rincones sombríos; el frío de las noches tempestuosas, expulsa de tus cuartos los fantasmas de risas y tragedias… Pero, aún tú vives por los sueños, que asoman por tus ventanas vacías, apreciando el tiempo, que pasa sin prisa, por la calle llena de vida... ¡Cómo te pareces conmigo!