I
Domingo del mes de Abril, linda madrugada,
encantador el trinar, de las aves al despertar,
van cayendo raudas, las primeras frías aguadas,
y bajando traen a cántaros, su amor del cielo,
rápido reverdecen, plantaciones por doquiera,
los arbustos reviven, y los girasoles florecen,
a mi terraza llega dulce, el aroma del jazmín,
adornando con flores, mi palacio de Arlequín,
al frente, un árbol frondoso de peritas de agua,
a punto de dar carga, de deliciosos frutos rojos .
(que sembrara mi esposo)
II
Mañana amanecida, fresca de natural esplendor,
se siente suave el olor y la humedad de la tierra,
miro a lo alto, ¡sé! que la montaña esta contenta,
sus laderas parecen sonreír, el paso sobre su manto,
¡Oh! bendito alimento, que llega calmando su sed,
con el canto matinal, de bellos pájaros que alegran,
y también alegran mi corazon, al ver la vida crecer,
retoñar hojas nuevas, haciendo del paisaje sueños,
de un multicolor arco iris y nace una pintura fresca,
queda extasiada mi alma, al concierto de las aguas.
III
Son diferentes tonadas de las variadas especies,
me gustaría conocer a todas ellas, por sus cantos,
pero... no sé diferenciarlas, tal y como debiera,
un chogui, un tucusito, gonzalistos y arrendajos,
un cacareador, imitando gallináceas, más abajo,
y a mis oídos trinando, un conmovido Cristofué,
que vino presto a mi cerca, recordándome la fé,
de un Domingo familiar, para dedicar al creador,
y que mejor ocasión, que aquí postrada a sus pies,
viendo pasar las olas, de sus armoniosas bandadas.
IV
¡Cuán hermoso! es verlas pasar, tan ordenadas,
sin dueño, sin jefe, ni cápitan, bien acompasadas,
y del panorama hostil, de mi patria ensangrentada,
sin comida, sin luz, ni nada, en medio del tormento,
aun viven felices las aves, en su sagrado elemento,
sin preocupación alguna, por su nido, ni alimento,
porque Dios, de estas criaturas aún no se ha olvidado,
las alimenta y las viste de diferentes colores adornadas,
despiertan gozosas, cantando a Dios sus tonadas,
dando alabanzas agradecidas a su celestial amado.
V
En cambio el habitante, amanece de cola en cola,
a buscar agua y harina, para hacer su propio pan,
y no sé, si cantarán por el día las avecillas felices,
mientras comienza el bullicio, gentes apuradas,
los vivos que sufren porque comieron perdices.
ruido de carros, escuadras de motorizados y buses,
opacando el agradable concierto que nos brinda,
espectáculo tan divino , con vientos de esperanza,
de una proclama eterna, en matutina alborada,
y yo, ¡jejeje! abusada, rimando 50 versos de madrugada.
Raquelinamor
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Venezuela/2016
Mozart panio sonata C.K.545