Jared-Martim

A mi niña

¡Despierta niña! que al abrir tus ojos,

y  al mirar maja vida descubriste

vidrioso el júbilo pero no triste

hermosos tus iris por los enojos.

 

Sutil mirada, carmesíes rojos

en bronces oleos me sumergiste

sopor de lucidez tan fugaz fuiste

taciturno espero ver tus sonrojos.

 

Ríe y afligida al canto divagante,

en silencio, fingida la sonrisa

despiertas mi letargo tan cesante.

 

Tú, Imperativa, bella, mi Artemisa

desde el infierno te contempla Dante

a la espera de  Perséfone su sumisa.

 

Gabriel Lincango Palacios