Dentro de un hermoso diamante
hay un horizonte que ríe en lluvia,
que enjuga sus alegrías y dolores
en puro andar resonante.
Como montaña cerca del horizonte
enriquecida de verdor fresco,
surcando el cielo con tierna fuerza
en su firme esperar de vida.
Abrazada del sol ve la montaña
desde el monte delicado,
delicada esencia concebida
como en reacción con su entorno.
Pura llama, ¡se ve brotando!,
con desafíos y truenos diarios,
aunque, “¿qué espera siempre?”
sin imaginar, como esperar.
Vaso de cristal en diamante fino
escurpido esmerado de vida,
el escultor le da forma a su obra
con un maravilloso fin que no acaba.
Delicada fuerza que se difunde
en un sólido confín de vida plena,
firme y constante voz en calma
del eterno entorno radiante.
La luz muestra el camino guía
donde el diamante proyecta firme,
y con delicada fuerza apasionante
marca el paso de la vida.
CC