Ahora la historia es construida por
todas las personas sedientas de
proclamar su paz,
no por unos pocos letrados.
Ahora se escribe con pies descalzos,
con el sudor en la frente,
con el corazón ardiente de justicia.
Se escribe en las calles en donde
caminas bajo la cotidianeidad,
donde pregonaron luchas y muertes,
donde aún huele a libertad
y los sabores son honestos.
Donde gestan principios olor a
tierra húmeda, a siembra y cosecha,
a la lucha en defensa de un
símbolo sagrado, el agua.