El infierno es no saber dónde cada respuesta racional pierde el valor y él contestó hablamos mañana pero tampoco hay mañana y nadie lo sabe, el infierno es estar ahí y saberlo tú.
El infierno es esta calle, el tiempo que acumula la gente esperando, en las colas de supermercado, para el autobús, para la atención médica, para un chispazo de gloria, para una cama que al final no sabrá si estará vacía.
El amor cansa, no hay otra forma, la felicidad siempre viene en dosis individuales, como los pequeños frascos de laboratorio, cada uno deposita ahí sus desechos.
El infierno es este doble discurso, la falsa seguridad del ego, la respuesta dogmática para evitar el caos de la naturaleza humana, este maldito teléfono que suena y suena gastando cada hilo de mi paciencia, el infierno es esto.